La
obra que os voy a comentar hoy es, posiblemente, la novela cumbre de la
literatura japonesa, la más simbólica del siglo XX nipón. La traducción de la
palabra kokoro es bien compleja:
puede significar corazón, mente, alma, espíritu, pensamiento… Es el lugar donde
residen los sentimientos, donde se condensa el alma del ser humano para el
pensamiento espiritual japonés. Traducirlo simplemente por corazón es
despojarle de mucha capas de significado, de ahí que en la mayoría de sus
versiones traducidas a lenguas occidentales, se haya optado por mantener el
título japonés original, versión española incluida.
Edición española de Kokoro
No podía haber un título que hiciera mejor justicia a esta obra: nos deja al descubierto el corazón, la mente, los sentimientos de los protagonistas. Kokoro es la obra más pura, más psicológicamente profunda y más humana de toda la literatura japonesa. Describe a la perfección ese “corazón” japonés. Pretender comprender la sociedad y la mentalidad japonesas sin haber leído Kokoro es más que una osadía.
La
novela consta de tres capítulos: el primero nos introduce la peculiar relación entre
el protagonista, un estudiante universitario, y un hombre de mediana edad al
que llama sensei. Se conocen en
Kamakura, cerca de Tokio, y pronto el protagonista comienza a sentirse
fascinado por la enigmática personalidad de sensei.
Sensei es la palabra japonesa que
equivale a nuestro “maestro” en castellano, pero la acepción va más allá: sensei es toda persona de la que hemos
aprendido algo en la vida, que nos ha ayudado a madurar y crecer como personas;
además, también se usa para determinados oficios como el de profesor o el de
médico. Es por ello por lo que precisamente el protagonista llama “sensei” a su
admirado nuevo amigo. Es tal la admiración que siente por él y la confianza que
muestra a su persona que lo considera un maestro para él. El protagonista irá
descubriendo poco a poco que hay algo que aflige a sensei, algo que no lo ha convertido en un ser desdichado.
En
el segundo capítulo se nos narrará la relación del protagonista con su familia,
a la que acude a visitar por problemas de salud de su progenitor. Durante este
capítulo se nos presenta la dicotomía que lo tortura: elegir entre su familia y
sensei. Este pesar nos brindará uno
de los mejores momentos de la novela al final del capítulo, cuando el personaje
deba tomar una decisión crucial.
El
último capítulo es una carta de sensei
dirigida al protagonista donde explica su pasado y la razón por la que dejó de
ser feliz. Entra un tercero en discordia: K,
antiguo amigo de sensei y tercer
vértice que cierra el triángulo de relaciones que nos presenta la obra. No
cuento más, solo decir que esta historia es una de las más famosas de la
literatura japonesa.
Edición de la editorial japonesa Shinchosha
Kokoro es la cúspide de la literatura de
Natsume Soseki, el autor insignia del siglo XX japonés. El título de la novela
no solo hace honor a su argumento, sino también a su redacción: escrita con
armonía zen, donde los silencios tienen su significado y donde lo que no se
dice cobra un valor tan esencial como la palabra dicha. La obra merece de
sobras su reconocimiento por la suavidad de su escritura, la delicadeza de sus
palabras y el fluir de sus oraciones, que nos arrastran a la violencia
argumental que mana de la novela. El original japonés está tan bien escrito que
es una delicia pasear la vista por sus líneas. Es, y me remito a entradas
anteriores de este blog, mono no aware
en estado puro.
Desde
hace varios años se puede disfrutar de una magnífica traducción al castellano de
la obra hecha por Carlos Rubio y editada ya en varios formatos, con una
introducción sobre el autor que bien merece un reconocimiento aparte.
La traducción del término "kokoro" sería menos complejo si nos atenemos al significado de la raíz latina "cor-cordis", corazón. Si no recuerdo mal, en el mundo clásico se pensaba que los recuerdos, pensamientos, etcétera, se guardaban en el corazón. Nos han quedado algunas palabras en castellano que aún retienen esta esencia como, por ejemplo, "recordar", que significa de nuevo en el corazón. El término japonés tendrá más matices y diferentes, pero todo ayuda al abordar otra cosmovisión diferente.
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