Nacido en Kobe en 1947,
Teru Miyamoto es un autor consagrado en Japón con más de ochenta obras a sus
espaldas.
Con sus primeras novelas
obtuvo los dos premios literarios más prestigiosos del país: el Akutagawa (por Hotarugawa, El río de las luciérnagas) y el Osamu Dazai (por Doro no kawa, El río de barro). Estas dos historias de iniciación ahondan en un
tema que más tarde se volvería bastante recurrente en su obra: la desolación de
la posguerra.
Miyamoto combina en su
obra novelas algo complejas en el argumento (pero siempre con ese estilo
narrativo austero que le caracteriza), donde lecciones de historia occidental
se mezclan con filosofía oriental y viceversa; con otras con una trama más
juvenil, donde los protagonistas son veinteañeros, pero no por ello de vidas
fútiles. La temática abarca desde la aflicción y el desánimo de la época de
posguerra, propia de sus primeras novelas y de su pentalogía Ryuten no umi (El mar de las vicisitudes), hasta historias de jóvenes con ambiente
más moderno, como puede ser Watashitachi
ga suki datta koto (Aquello que nos gustaba) o Ao ga chiru, pasando por libros con protagonistas más dispares.
Todas las novelas, sin embargo, están sostenidas por un doble eje: por una
parte la melancolía, con una lírica atmósfera wabi sabi, y, por otra, el sutil optimismo por superar las
dificultades. Puede que los/las protagonistas de Miyamoto no tengan un carácter
fuerte, pero eso no les impide tratar de vencer, o sobrellevar, los obstáculos
a su manera. Cabe decir que muchos de los personajes protagonistas que más
empatía transmiten en su obra son mujeres.
Y es aquí donde merece la
pena hacer un inciso. Muchas de los libros de Miyamoto tienen protagonistas
femeninas, que van desde la aún inocente veinteañera a la apesadumbrada
divorciada. Personalmente, su forma de tratar los personajes femeninos es uno
de los atractivos de este autor, pues no son mujeres de carácter fuerte ni
estereotipados; muy al contrario, las retrata como seres que se han quedado
solos por circunstancias de la vida, pero que logran salir adelante con empeño.
En algunos casos, esas desgracias impuestas a la mujer son ocasionadas por
otros personajes masculinos (la antes mencionada Kinshû o
Orenji no tsubo (El tarro de naranjas)), o bien por enfermedades (Kokoni chi owari, umi hajimaru (Donde
termina la tierra y comienza el mar)) o cualquier otra razón. En todo caso,
la mujer de las novelas de Miyamoto demuestra más valor que el hombre a la hora
de enfrentarse a las adversidades. Un arrojo que, curiosamente, está casi
siempre apoyado por personajes ancianos.
La vida del maestro
Miyamoto sufrió un duro revés cuando le descubrieron que padecía tuberculosis,
precisamente cuando se encontraba en el monte Zaô, punto de partida de su
novela Kinshû. Fue durante su
estancia en el hospital cuando escribió esta historia, influida por las
reflexiones sobre la vida y la muerte del escritor, que veía cómo sus
compañeros de hospital iban falleciendo por la misma enfermedad. Por fortuna,
tras más de un año ingresado, pudo recuperarse y su experiencia queda plasmada
en más de una de sus historias.
Teru Miyamoto es un autor
por descubrir en lengua castellana. La publicación en español de Kinshû, tapiz de otoño es solo una
ínfima gota del gran mar de historias que merecen ser leídas en la lengua de
Cervantes.
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